hablemos en serie. buenas series

Tenemos delante una de las mejores series de la historia. Tan compleja y perfecta hasta el más ínfimo detalle, que si alguna pega tiene es precisamente sacrificarlo todo en pos de la excelencia. 

 

Boardwalk Empire nos lleva de la mano de Nucky Thompson (Steve Buscemi, pocas veces mejor), tesorero de Atlantic City durante el periodo de la ley seca. Unos años 20 en los que el contrabando de alcohol y la corrupción son retratados de forma magistral por la pluma de un Terrence Winter que ya dejó el listón demasiado alto con su anterior serie (Los Soprano).

Mafia, política, bodevil, la gloria y el esplendor y la sordidez de un mundo fascinante.

 

La recreación de la época, el cuidado en todos y cada uno de los guiones, son de un nivel pocas veces visto, ni siquiera en las películas de mayor presupuesto. Durante sus cinco temporadas los guionistas han ido tejiendo un entramado increíble, con historias paralelas que van ganando importancia en el momento más inesperado.

 

La cantidad de personajes que aparecen en la historia es tal que se necesitarían miles de capítulos para hacerles justicia a todos. Empezando por Jimmy Darmody, pasando por el villano de la tercera temporada, Gyp Rosetti, interpretado por un Bobby Cannavale inmenso. Al Capone, pocas veces mejor retratado desde sus inicios hasta su apogeo. Rothstein, maniático hasta niveles enfermizos, elegante, refinado. Mi gran debilidad. Podría seguir y seguir. Pero no sería capaz de hacer justicia a un solo fotograma de esta colosal serie.

Boardwalk Empire habla por sí sola, para quien sepa escuchar. Y como suele ocurrir, el esfuerzo vale la pena con creces.