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Entre el humor, el drama, y el retrato social, se encuentra la serie de Jenji Kohan, que se adentra en el universo femenino a través de un grupo de presas que representan un buen abanico de los diferentes estatus sociales actuales Aunque la situación sea de lo más dramática, en este caso ¡Bienvenidos a la cárcel!

Aunque siempre suele citarse ‘The Sopranos’ como la serie que revolucionó las narraciones televisivas, ‘Oz’ inauguró las series de calidad en 1997. Producida por HBO y de la mano de un Tom Fontana en plena ebullición creativa, ‘Oz’ ha pasado a la historia de la tele por ser uno de los dramas carcelarios más impactantes e inteligentes y una de las series mejor escritas de todos los tiempos. Por si fuera poco, ‘Oz’ reunió a una cantera de actores que, más adelante, estarían en los repartos de series míticas como ‘The Wire’, ‘Breaking Bad’, ‘The Sopranos’, ‘Dexter’ y ‘Lost’, entre otras. 

Oz’ narra las existencias de presos y funcionarios de prisiones dentro de la cárcel de máxima seguridad Oswald Penintentiary, más concretamente Emerald City, un proyecto experimental de rehabilitación donde los prisioneros poseen un mayor grado de libertad. De una forma amena, repleta de violencia, acción, humor y drama, ‘Oz’ ofrece historias de venganza, odio, traición, amor y conflictos sociales y raciales entre los distintos grupos étnicos, y se convierte en una crítica demoledora a la perversión del sistema penitenciario, el horror de la pena de muerte y la inutilidad de las cárceles para la rehabilitación social.

Pocos anticiparon que Netflix iba a dar la gran sorpresa de 2013 con una serie ambientada en una cárcel y protagonizada por un reparto en el que el cromosoma X no sólo ganaba por goleada, sino que lo hacía mezclando toda clase de razas y tallas de pantalón. ¿La responsable? Jenji Kohan, maestra de la dramedia suburbana en Weeds, se servía de una experiencia real, para convertir a la rubia niña bien Piper Chapman en el ‘caballo de Troya’ que nos introduciría en el mundo del correccional de Litchfield y su fascinante plétora de reclusas.

A través de los ojos de Chapman, conocimos a personajes como Crazy Eyes, Sophia, Pennsatucky, Nicky, Morello, Alex, Miss Claudette, Red y Taystee. Todas ellas (y más) llenaron de color el uniforme caqui de las malas decisiones y los pasados turbulentos para atraparnos con puro encanto vulnerable y humanidad, pero también con el egoísmo, las amenazas y los pocos escrúpulos que asoman día a día en chirona.

 

Con una Chapman y, por ende, con unos espectadores un poco más endurecidos, y menos impresionados por los códigos de la prisión, la segunda temporada aterrizó dispuesta a seguir explorando el lado oscuro de la serie. La llegada de una villana sin discusión como Vee permitió ahondar en la coralidad, involucrando a las principales ‘tribus’ y rompiendo los pedestales sobre los que habían quedado algunos personajes en la primera entrega. A pesar de que la dosis de risas estuvo mucho más medida a lo largo de estos trece episodios, los gags y referencias se han mantenido incisivos hasta rematar en un cierre tan descacharrante como apoteósico.

Piper ocupó un considerable segundo plano, pero esto no impidió que su evolución siguiera avanzando hacia el despojo total de todos los placebos mentales con los que había entrado en la cárcel, aunque eso haya significado provocar más de un terremoto a su alrededor. El año que viene veremos qué hay debajo de esos escombros.

 

 

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