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A veces las series pueden ser tan divertidas o dramáticas, como didácticas. El estudio real que emprendieron el doctor Masters y Virginia Johnson sirve de escusa para hacer un retrato de la sexualidad humana, y especialmente para descubrirnos lo complicado que son las relaciones entre mujeres y hombres.  

El sexo en Masters Of Sex está en los estudios de la pareja protagonista, en los problemas de sus pacientes, o en los suyos propios, en la vida profesional de su secretaria, en los tabúes que envuelven a la sociedad, pero no está en la pantalla como cabría esperarse a la vista de su nombre o su argumento. Hay series mucho más sexuales que Masters Of Sex, con más carne de la habitual, sin justificación o necesidad. En la serie de Showtime se han visto muchos pechos, y algunos culos, pero no muchos más de los necesarios en una producción que se centra en dos personas que estudian el comportamiento sexual humano y terminan uniendo sus vidas. También está el sexo por despecho, por chantaje o por dinero, pero ese casi viene de serie en cualquier producción actual, y no iba a faltar precisamente en ésta.

Además de situarnos ante los comienzos de la relación laboral y personal entre el Doctor Masters y Virginia Johnson, en la primera entrega de la serie basada en el libro homónimo de Thomas Maier descubrimos muchos de los tabúes y problemas a los que se enfrentaba la sociedad estadounidense en los años 50. La homosexualidad vista como una enfermedad tratable, el machismo al que secretarias y doctoras se enfrentan entre sus propios compañeros de trabajo o el racismo latente en una sociedad segregada, son algunos de los planteamientos que podemos encontrar en la trama. Pero también tiene tiempo de explorar los procedimientos de los doctores y sus investigaciones, así como lo que sucede cuando cada uno de ellos cuelgan sus batas blancas y regresa a su hogar. Mención de honor merece el arco argumental del rector Barton Scully y su mujer Margaret, uno de los mejores de la temporada 2013-2014, tan interesante como emotivo.

 

La recepción que los compañeros de Masters y Johnson brindaron a la presentación de su estudio no fue precisamente calurosa y la segunda entrega de la serie se centra en los numerosos cambios que experimentaron las vidas de ambos tras la misma. Así, mientras Virginia tiene que soportar las propuestas más indecentes de sus colegas, William debe lidiar con su fama y la de su trabajo para encontrar un lugar en el que continuar con su estudio. Como cabría esperar, la relación entre ambos se resiente por ello, y aunque logran una intimidad y un entendimiento que se antojaba imposible en la primera temporada, en ocasiones parece que la relación se estanca y sólo insiste en exponer aún más los aspectos más discordantes de su personalidad. Su situación profesional también se presenta algo estática, agobiados por su independencia económica, aunque es muy destacable el inicio de su interés por las disfunciones sexuales.

 

 

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