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A lo largo de seis temporadas, la producción creada por Jeff Eastin nos ha contado el día a día de una curiosa pareja policial, la formada por el ladrón al que alude el título, y el detective del FBI que, a condición de dejar de meterlo entre rejas, le ofrece trabajo. Su labor, colaborar con el equipo de agentes que trabaja para combatir los fraudes, estafas, falsificaciones y robos de obras de arte que se producen cada día en la ciudad de Nueva York.

 

Aunque Neal, el guapo ladrón interpretado por Matt Bomer, acepta la oferta a regañadientes y por razones puramente románticas, pronto encuentra en Peter, Tim DeKay, un hombre en el que puede confiar, aunque insista en hacer de él un hombre reinsertado. Juntos trabajan para dar caza a los falsificadores más temidos y los timadores más sofisticados y poco a poco forman una especie de familia que completan Elizabeth, la mujer de Peter y Mozzie, el compinche de Neal.

 

Si bien, como comentaba en la introducción, la serie no deja de ser un procedimental policíaco, hay varios elementos que la convierten en una producción tan entretenida como interesante. Primeramente, no deja de ser novedoso el binomio policia-ladrón, y como el agente se empeña en cambiar al segundo, mientras éste no deja de preguntarse si eso es realmente posible. Neal sentirá siempre la presión de esa duda, que le lleva a planear un golpe junto a Mozzie o a luchar contra un enemigo con toda la fuerza de la ley. Willie Garson y Tiffany Thiessen, como Mozzie y Elizabeth, son dos acompañantes estupendos para el “bromance” que envuelve a los protagonistas, y resultan adorables cuando comparten confidencias y preocupaciones como si fuesen dos buenas amigas.

 

En cuanto a la historia, y a pesar de que como les pasa a muchas otras series Ladrón de Guante Blanco podría/debería haber acabado antes, Eastin siempre se ha preocupado por conceder a Nueva York la importancia que la ciudad permite, tanto a la hora de construir las tramas de cada temporada, como a la hora de filmarlas. Y ha sabido construir una historia a partir de temas atractivos que en realidad eran una excusa para despejar la duda de Neal ¿el criminal se nace o se hace? Pero ha sido una excusa entretenida, con buenos intérpretes, personajes interesantes y la ciudad de Nueva York como escenario. Para esas noches en las que no le pedimos a las series de televisión nada más.

 

 

De amistades

policías y ladrones

Las historias del ladrón Neal y el policía Peter han llegado a su fin. A pesar de que a primera vista Ladrón de Guante Blanco es un procedimental policíaco al uso, la serie cumple con las expectativas gracias a una pareja protagonista en estado de gracia, buenos secundarios y unas historias atractivas.

LO MEJOR: "la química entre Matt Bomer y Tim DeKay, que les convierte en una pareja policíaca para recordar"

LO PEOR: "las dudas de Neal sobre su naturaleza suelen ser el recurso que sostiene toda la tensión de cada temporada"

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