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Cuando el miedo se convierte en un poderoso enemigo

¡TRES MOMENTAZOS!

Después de un arranque muy a lo "Breaking Bad", la nueva serie de Vince Gillian y Peter Gould, se mete enseguida de lleno en los orígenes del personaje de Saul Goodman. A lo largo de sus casi cincuenta minutos de metraje, asistimos a las nuevas desventuras de nuestro reciente protagonista, con la ironía y el sentido del humor que le caracteriza, pero en esta ocasión desde una nueva perspectiva, viendo como se busca las habichuelas y asistiendo a sus primeros chanchullos, unos años antes de que llegue a ser el gran personaje que todos conocemos.

 Lo primero que llama la atención del piloto es que ya desde sus primeros compases podemos estar tranquilos de que no estamos ante otro de esos Spin-off que lo único que buscan es hacer caja a costa de su serie madre. Se nota mucho el cariño que sus responsables sienten por el personaje, y eso se aprecia especialmente en el cuidado que han puesto para que esta nueva creación del universo "Breaking Bad" sea lo más autónoma posible pero sin dejar de lado, en ningún caso, ni renunciar en demasía, a cualquier referencia seriéfila que les venga bien de lo acontecido en su anterior ficción.

En cuanto a lo estrictamente técnico, se ve enseguida que Bob Odenkirk va a ser capaz de soportar sobre sus espaldas todo el peso de una serie de la que se espera mucho. Tanto él, como el guión, y especialmente todo el apartado visual, brillan con luz propia, en un primer episodio que, sin ser maravilloso, sí sabe mostrar de manera clara y concisa todo el potencial que podemos esperar de la serie.

Aunque todavía es demasiado pronto para afirmar que Better Call Saul pueda llegar a estar algún día a la misma altura que la idolatrada Breaking Bad, si podemos afirmar que nos encontramos ante un producto muy bien hecho, con las suficientes condiciones como para poder llevar de nuevo a  AMC a estar entre las reinas de la primera división de los canales de calidad. Falta le hace. Confiemos en ello.