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Un drama criminal con cicatrices del pasado

Desde tierras inglesas llegan excelentes miniseries, y no sólo de la BBC. En este caso, la cadena pública vuelve a la carga con Happy Valley, un estupendo drama policial con tintes psicológicos protagonizado por Sarah Lancashire, ganadora de un premio BAFTA por Last Tango in Halifax. La sargento Catherine Cawood deberá investigar un caso de secuestro que desata en su psique los fantasmas del pasado, y lidiar con el supuesto violador de su hija en un caso lleno de intriga y grandes actuaciones.

Sin embargo, el verdadero interés de Happy Valley radica en los conflictos emocionales de la protagonista, obligada a elegir entre la integridad personal y los sentimientos más irracionales que desencadenan tanto sus problemas familiares como los laborales. Sally Wainwright, la creadora de la serie, consigue un guión aparentemente sencillo pero muy efectivo, de intensa fuerza dramática, que se ve respaldado por un reparto excelente, integrado por nombres célebres de la televisión inglesa como la propia Lancashire, James Norton, que interpreta a uno de los psicópatas más crueles de los últimos tiempos, y el gran Steve Pemberton (Blackpool, Shameless, Whitechapel), que da vida a Kevin Weatherill, un contable resentido cuya ambición y desprecio por su jefe lo llevarán a cometer un acto deleznable.

 

Te atrapará más rápido que el rayo

Cuando los ingleses se ponen a contarnos historias a quemarropa; realistas y sinceras, no hay quien les gane. Happy Valley es su último puñetazo en el corazón. Duele pero engancha.

LO MEJOR: Una actriz superlativa en cuyos hombros se sustenta una historia dura pero adictiva

LO PEOR: Quizá el último episodio, a modo de epílogo, sea un poco anticlimático

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